Si por un lado Chila sorprende por el espectáculo (del local, la decoración, los ingredientes y los platos), por otro acoge con la sutileza, atención y empatía de su personal. Productos de temporada y creatividad dan forma a platos imprevisibles, creando una experiencia única en la ciudad de Buenos Aires.
Un restaurante fine dining con una vista privilegiada de Puerto Madero, una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Fundado en 2006 por Andrés Porcel, Chila aparece año tras año en todas las publicaciones de Latin America’s 50 Best Restaurants. Fue, durante mucho tiempo, el único restaurante argentino en la categoría de lujo mundial Relais & Chateaux. Recientemente, en julio de 2022, el restaurante Aramburu también fue admitido.
Gastronomía en la mente, en el corazón y en la sangre
Con Andrés Porcel como propietario y Pedro Bagero como chef, Chila parece ser la receta perfecta para un restaurante exitoso.
Andrés Porcel, propietario y creador del proyecto, creció con una pasión: desde su adolescencia, visitaba restaurantes con su padre. Llevaba consigo un cuaderno donde anotaba todos los detalles: ingredientes, comida, presentación, ambiente, iluminación, servicio. Cualquiera diría que esos eran los primeros pasos de un gran chef. Pero Andrés tomó otro camino: se dedicó al mundo de las finanzas. Un camino que, queriéndolo o no, le llevó al mismo destino: dirigir un restaurante que reuniera todo lo que había observado durante tantos años.
“Me apasionaban los detalles de la cocina gourmet, por eso anotaba esas pequeñas cosas que me quería acordar en el futuro, cuando tuviera mi propio restaurante” – Andrés Porcel
Pedro tampoco tiene una trayectoria predecible. A diferencia de muchos grandes chefs, no empezó a interesarse por la gastronomía en la cocina de su familia. Esta relación no se produjo hasta sus 20 años, cuando decidió aprender a cocinar. Su objetivo inicial era tener un oficio que le permitiera viajar, pero terminó encontrando una pasión. Y viajó: estuvo en países como Francia, Rusia, Argentina y Brasil, junto a chefs como Mauro Colagreco, Alex Atala y Soledad Nardelli. De vuelta a Argentina, regresó a Chila (donde ya había trabajado), haciéndose cargo de la cocina a principios de 2017, con 27 años. De sus viajes y personalidad, trajo consigo una nueva pizca de irreverencia, originalidad e innovación.
De la cocina de inspiración francesa a la gastronomía con productos locales
En sus comienzos, la cocina de Chila estuvo a cargo de Soledad Nardelli. La chef definió una primera etapa del restaurante, donde la propuesta giraba alrededor de la cocina francesa, escuela en la que se graduó.
En 2010, Soledad sorprendió a Andrés con un nuevo menú: más fino, más simple, más argentino. Comenzaba así una segunda etapa, centrada en experiencias de menú degustación y más cercana a los productos y productores locales.
Con la salida de Soledad y la llegada de Pedro Bagero se produjo un nuevo cambio. Pedro, que había trabajado con Soledad durante mucho tiempo, trajo consigo rebeldía e ímpetu, imprimiendo esa imprevisibilidad que tanto sorprende a los clientes actuales.
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Cómo es cenar en el restaurante Chila de Buenos Aires
Chila sorprende desde los primeros pasos. Lo primero que se ve es la cocina: un acuario de cristal donde los chefs se preparan para otra noche de espectáculo. Un largo pasillo conduce al salón: un ambiente relativamente amplio para los estándares de la alta cocina, moderno, con una vista privilegiada de Puerto Madero. En cuanto al personal, ha sido uno de los servicios más atentos y empáticos que he presenciado. Como plus, gran parte del personal habla otros idiomas además del español (inglés, francés, portugués, etc.).
El restaurante ofrece dos tipos de servicio: menú degustación (7 pasos) o a la carta. En esta ocasión, elegí el menú a la carta.
Menú a la carta de Chila
Una característica que me pareció súper positiva: incluso en el menú a la carta, el personal de sala está preparado para convertir tus elecciones en un mini menú por pasos, u organizarlas según la experiencia que busques. En una propuesta de alta cocina, los menús no están separados en entrante – principal – etc. Suelen ser menús cortos, donde todos los platos son de un tamaño similar, divididos según la propuesta del restaurante. En el caso de Chila, el menú se divide en verduras, pescado, carne y dulces. Indicamos qué platos nos interesaban (2 de verdura, 1 de pescado, 1 de carne, 1 de dulce), y el personal organizó el servicio para que la experiencia fuera la mejor posible. Lo mismo con el vino: indiqué lo que me interesaba y el sommelier (que ya había sido informado de los pedidos de la mesa) estuvo de acuerdo con la elección y el maridaje.
¿Pasamos a los platos?
Valoración general:
Me cautivó el servicio, los platos, la presentación. Todos los platos venían en cantidades adecuadas para compartir entre dos personas (e incluso degustar entre tres), y con precios compatibles con la propuesta y la ciudad. Sin duda, un restaurante ideal para los amantes de la alta cocina.
Y un apunte personal: volvería (y volveré) sin duda, pero no sé si pediría el menú de 7 pasos. El precio era de 25.000* pesos, por persona, sin maridaje. Éramos dos personas, consumimos 5 platos + una botella de vino de alta gama, salimos totalmente satisfechos, y pagamos 22.000* pesos. Lo dejo como comparación, porque de pronto alguien puede querer conocer, pero sin comprometerse con la inversión que supone el menú degustación.
* Precios agosto/2022
Chila cerró a principios de 2023. Ahora en el local está el Proyecto Amarra.
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